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Mostrando entradas de agosto, 2011

Guionista en paro.

Una de las noches en las que peleaba contra mi frustración, asistiendo a clases para obtener el título de graduado en secundaria, una psicóloga impartió una charla  para orientarnos en las diferentes alternativas de formación que teníamos una vez finalizado el curso. Era una de esas noches en las que estaba más cansado que nunca después de un mal día de trabajo. Por aquel entonces trabajaba en una fábrica de lunes a viernes durante diez horas, y cinco más el sábado, quince horas sobre la jornada laboral establecida por ley. Todas esas horas de más siempre las consideré como un expolio a mi tiempo libre y no llevaba muy bien que trataran de consolarme mis compañeros diciéndome aquello de “al menos nos las pagan” , escandalizado preguntaba ¿es que había sitios en los que no es así? Y es que aún me faltaba algún hervor, como acostumbraba a decirme un compañero que, me confesaba, hacía años que se había acostumbrado a aquel sistema de trabajo tan excesivo en tantas cosas. A lo qu

Barry.

Barry quiere conocer a su padre, que fue lo que hizo, porque lo hizo y con quién; Barry en su viaje desde Hawai hasta Kenia, pasando por Los Angeles, Nueva York y Chicago vive la ausencia del padre, su mestizaje y una infancia repartida entre el estado más joven de la unión e Indonesia haciéndose toda suerte de preguntas en busca de unas respuestas sobre una figura ya desaparecida pero que dejó tras de si una historia que, en definitiva, ha sido la base de la personalidad de Barry (diminutivo de Barack Obama). Mucho antes de ser presidente de los Estados Unidos; antes de ser senador por el estado de Illinois; incluso antes de conocer a su esposa, Michelle; o de ser abogado; trabajador comunitario en South Side (ejemplo de la depresión en Chicago) o estudiante en Harvard, Barry era un niño que correteaba por las playas de Waikiki o los arrozales en las afueras de Yakarta desconocedor de la historia de una familia que le esperaba en Kenya para contársela y sin saber que provenía de una

Despertando.

Tener trece años, ser un soñador, ir al cine un domingo de primavera a ver “Cyrano de Bergeraç” y amar en modo discreto a una compañera de clase no puede dar buen resultado. Ver en pantalla al gran Cyrano con su enorme nariz ayudar al cadete Christian a seducir a Roxana con la ayuda de cartas, poemas y un lenguaje inalcanzable no pasaría por nada más que por otra historia de tantas que durante el romanticismo abundaban y entretenían a damas ociosas y caballeros prestos. Pero no, el personaje interpretado por el imponente Gerard Depardieu siente tal inseguridad por su aspecto que le impide declararse a su amada prima y se obliga a ayudar al inepto intelectualmente, pero guapo en lo formal, nuevo cadete que ha quedado prendado de la más hermosa de entre las hermosas. (No recomiendo seguir leyendo a partir de este párrafo en caso de no haber leído la obra original; desconocer la historia en que se basa; haber visto alguna de las películas inspiradas en la obra de teatro o haber asist

No se, no se.

Como uno de esos mapas que muestran la red de autopistas y carreteras, así imagino los vínculos que establecemos a lo largo de nuestras vidas con otras personas. La familia es el primer lugar en que establecemos una red invisible y por la cual deambulamos serenos y seguros, nuestra madre nos ofrece un área de protección, alimenta y mantiene sanos y limpios. El padre (en su concepción tradicional con tendencia a cambiar, afortunadamente), como cabeza de familia trae el sustento a casa y gracias a su trabajo podemos irnos de vacaciones, comprar videojuegos y las zapatillas que más nos gustan. Padre y madre, a su vez, crean un vínculo de trabajo complementario. Pueden trabajar los dos fuera de casa, puede ser uno, o ninguno, pero se ayudan y entienden. Un lazo de respeto que impresiona a los hijos que lo exteriorizarán cuando tengan la más mínima oportunidad. Los hermanos son un equipo, todos a una. Puede haber un elemento desestabilizador que trate de hacer estallar uno de esos p

Nunca.

Supongamos por un instante que en la actualidad vivimos lo mejor de nuestra historia. Que nunca hemos tenido mayor democracia; que nunca una sociedad ha vivido con mejores condiciones de salubridad e higiene. Y que la sanidad, la educación y los servicios sociales son, en comparación a lo registrado en la historia, ejemplares. Sigamos suponiendo, las personas nunca han disfrutado de un mayor catálogo de derechos, que las obligaciones son cumplibles y que la autoridad nos protege del mismo modo en que nosotros la respetamos. Imaginemos que nunca un estado del bienestar fue tan estable como en la actualidad y que por muchas dificultades que pasemos nunca un niño morirá de hambre (sin duda hablo de España). Pero hay mucho más: la mejor red de autovías que nunca pudimos soñar; la posibilidad de viajar a toda leche en tren; y viajes a Londres por cuarenta euros (o menos). Becas Erasmus, universidad para (casi) todos; un montón de especialidades en Formación Profesional, internet cas

Parte primera.

El colegio está a dos calles, apenas cinco minutos a pie. Son las nueve menos cuarto y no volverá a llegar tarde a clase nunca más. Camina con paso firme, despierta y feliz. Las redacciones es lo que más le gusta hacer, fue lo primero que hizo al sentarse ante su escritorio ordenado y afortunado. Le gusta como le ha quedado, la ha repasado mientras tomaba el tazón de leche que su madre le ha preparado como cada mañana, le ha preguntado que porqué tanta sonrisa mientras leía su cuaderno y ella le ha contestado con una sonrisa aún mayor. No suele encontrarse con ningún compañero del colegio en su camino, su casa es la única al norte de la Escuela Pública AMA. Pero a medida que se acerca a su destino va divisando a sus compañeros: Jules, el arrogante hijo del alcalde; Mary, la dulce hija del oficial de policía; Fabien, la tranquila hija de los tenderos y Greg, el niño que nunca habla y se comunica con gestos. Son los únicos cinco estudiantes de la Escuela Pública AMA, en la localidad

Una noticia que me ha llamado la atención.

Ojo a la noticia que he leído en CyberPaís, suplemento de tecnología de El País. “ Un paso más en la introtecnología: AMA, empresa dedicada al desarrollo de aplicaciones para móviles y tabletas de última generación ha presentado un novedoso sistema anti-estrés llamado Evocation que permite al usuario trasladarse en tiempo y espacio al momento de su vida en que fue más feliz. Dicha aplicación ha causado una enorme expectación en la Feria Internacional de Introtecnología (IIF), este año dedicada a las emociones asociadas a un recuerdo fijado en nuestro interior por un momento y lugar especial. Los responsables de AMA han declarado que el desarrollo de dicha aplicación ha sido uno de sus objetivos desde que crearan la empresa hace dos años. Martin Kreshnner, consejero delegado de AMA, se ha mostrado muy feliz en la presentación por lo que consideran un gran avance en la introtecnología en un momento en que los usuarios de tabletas y móviles de última generación anhelan un paso m

Cuadernos y laberintos.

Una adolescente sale de clase, lleva en los brazos cuadernos y libros y colgada del hombro una mochila. Es risueña, tiene una mirada limpia y curiosa y una sonrisa que podría (y debería) pacificar Oriente Medio. Sale de clase feliz, camino de la siguiente y al bajar las escaleras se le cae un cuaderno, mientras baja escalón a escalón todo aquello que ha dibujado o escrito sale a borbotones del caído, y al llegar al último peldaño un adulto (un profesor o un conserje) lo recoge, cierra y entrega a la propietaria. Son veintitrés segundos en los que una marca de cuadernos y agendas escolares nos muestra como una libreta puede contener, aparte de apuntes necesarios y obligados, toda la imaginación y los sueños de quien la posee. En otro tiempo y lugar Sarah lee novelas fantásticas en el parque vestida con un vestido para la ocasión. Confortable en su mundo de hadas, brujos, laberintos y reinos lejanos que la abstraen de una realidad que no le gusta: un padre demasiado volcado en

Universo Allen (I).

Val es un director de cine que, caído en desgracia por una serie de fracasos comerciales y de crítica, se ve obligado a dirigir una película con el rollo típico de Hollywood: control exhaustivo del productor, exigencias de marketing y equipo de rodaje impuesto, pero no puede negarse ya que corre el riesgo de caer en el olvido y necesita volver a ponerse tras las cámaras. Es tal su empeño que aunque despierta una mañana con una ceguera repentina no se atreve a decírselo a su jefe y toma al director de fotografía (un chino que apenas habla inglés) como su “intérprete visual”. Como no podía ser de otro modo el rodaje se convierte en una gymkana en la que ha de evitar ser descubierto para terminar una película medianamente decente y recuperar a su ex-esposa (que mantiene una relación con el tío que ha puesto la pasta para dicha peli). Mel es un personaje de Harry Block, y Harry Block está en de-construcción. Mel es, en el relato escrito por Harry, actor y durante un rodaje el operador

Aplicaciones y consecuencias del sentido común.

Mi abuelo era un estimado constructor de pisos en la Úbeda de los setenta. Sus pisos hoy se conservan en un excelente estado por el buen uso que se hizo en su construcción de buenos materiales. A finales de los setenta España vivió una terrible crisis económica que obligó a mi abuelo y su socio (su hermano) a cerrar el negocio y dedicarse a otros menesteres. Pero hay algo que siempre tengo presente a la hora de recordarlo: su honradez extrema que le llevó, afortunadamente, a vivir bien pero siempre por debajo de la riqueza que pudo amasar y nunca consideró. Mi madre me cuenta que no es que mi abuelo fuera un comunista furibundo que construyera pisos para el proletariado a precio casi de coste, al estilo del alcalde de Marinaleda y sus casas cooperativa, sino que cuando proyectaba la construcción de un edificio de viviendas siempre ponía un precio razonable acorde al sentido común. Ganaba su empresa, vendía todos los pisos, y ganaba el comprador que adquiría una estupenda vivienda que

Una historia de amor.

Dos personas, tres, doscientas u ocho, da lo mismo la cantidad de personas que suman una comunidad en la que el común denominador es el afecto, el cariño, el respeto,...el amor. Es una palabra hermosa y cursi, y no por muy utilizada pierde su significado. Un aglutinante que no distorsiona y embellece la capacidad del ser humano para ser eso, humano. Dejando de la lado la física, la química y la neurobiología me gusta pensar que se trata de un sentimiento movilizador de masas capaz de trasladar un continente de un lugar a otro si fuera el propósito. La familia, los amigos y la pareja son los destinatarios de nuestros afectos, cariños y amor. Tenemos el pasional (de fisicidad necesaria) que nos eleva unos metros por encima de la realidad sin importarnos la caída, o no, posterior. Nuestra pareja compra el pan cada día que nos gusta a nosotros pero no a ella (o el), que nutre su pequeña sonrisa cómplice de gestos invisibles para equilibrar una unión que se sabe cuando comienza

La Redención.

Dentro de la literatura universal hay una obra que comprende algunos de los rasgos más importantes que ha de contener una obra maestra: épica, contexto histórico, la dualidad entre el bien y el mal y el carisma arrollador de sus personajes. “Los Miserables ” de Victor Hugo contiene eso, y mucho más. Y como de una obra de este calibre se ha escrito tanto y tan bueno (empezando, como es lógico, por la misma) no voy a hacer ni estudio, ni reseña ni nada parecido, tan sólo quiero centrarme en la relación que mantienen a lo largo de la novela Jean Valjean y Javert . Sin entrar en detalles que dejo para el deleite al descubrirlos en la lectura de la obra maestra de Hugo, puedo decir que a mi juicio nunca se ha expresado con mayor belleza la relación entre el bien y el mal, representado en los dos personajes mencionados. Valjean es un ladrón que roba para comer y sufre condenas inhumanas en cárceles infernales que le llevan a convertirse en un salvaje, Javert es un policía que cumple a raj

Insomnio.

El insomnio es un estado muy cabrón. A diferencia del cansancio, que es traicionero, el insomnio va de frente, te hace todas las putadas sin dobleces ni aristas. Simplemente está ahí, quieto y silencioso. Cuando estaba trabajando en la fábrica durante diez horas al día y además trataba de sacar adelante unos estudios me daba bastante por saco no poder “sufrir” insomnio. Habría aprovechado mejor el tiempo y el estado semi-catatónico que tenía por aquellas fechas tampoco se habría visto agravado en demasía si en lugar de dormir seis horas hubiera dormido dos. Mario Conde hace unos cuantos años en una entrevista, cuando se encontraba en todo su apogeo de gomina y lustre, declaraba dormir sólo cuatro horas, por lo visto eran suficientes para presidir uno de los bancos más importantes del país. Claro que visto lo visto a lo mejor los accionistas habrían preferido que durmiera algunas horas más y robara unos millones menos. Yo que no presido ningún banco ni estudio en estos momentos dedico

Al fondo a la derecha.

Michelle Bachmann quiere ser presidente/a de los Estados Unidos. Es republicana, está casada y tiene cincuenta y cinco años. Es congresista por un distrito de Minnesota desde 2006 y se considera antiabortista, creacionista y evangélica practicante (en su vida familiar, social y política), su marido es psiquiatra y tiene una clínica donde, entre otras cosas, dice curar la homosexualidad. Para llegar a ser comandante en jefe de los Estados Unidos antes deberá ganar las primarias de su partido, pero ya ha dado un paso al lograr la victoria en Iwoa. Todavía le queda un largo camino hasta lograrlo. Pero todos aquellos que se encuentran en el ala más a la derecha del Partido Republicano, es decir el Tea Party, la tienen (por el momento) como favorita. Imagino que a falta de algo más ultraderechista. Nunca he estado en aquel país, pero lo que si tengo claro es que todo lo que pase por allí repercute al resto del mundo de forma clara. Hay que tener en cuenta que esta mujer votó en contra de

Stanley

Se cuenta que el rodaje de “El rostro impenetrable” era un campo de batalla donde el enorme ego de Marlon Brando chocaba frontalmente con el de Stanley Kubrick, director elegido por el primero para rodar el western. Se debieron arrepentir ambos de haber cruzado sus caminos puesto que en una reunión para tratar de resolver los problemas y, frente a otros integrantes del equipo de rodaje, Brando instaló un gong que utilizaría, al hacer sonar, para limitar el tiempo de intervenciones y así que todos pudieran expresarse libremente. Cuando le llegó el turno a Kubrick y justo antes de que de sus labios saliera la primera sílaba el bueno de Marlon hizo sonar el gong y el genial director neoyorkino abandono el rodaje y dejó al, no menos genial, actor dirigiendo la que sería su primera (y única) película. Kubrick no debía ser un fulano fácil de tratar, existen más artículos dedicados a su leyenda de cabrón con megáfono que de su excelente carrera como director de cine. De pocos cineastas se p

El pequeñismo ilustrado.

La noche es caprichosa, se mueve a su antojo sin ofrecer una linea argumental coherente y su marcada asimetría nos depara desde penaltis no señalados a estrellas no fugaces. Aquellas conversaciones que van y vienen, que sobrevuelan lo cáustico y se adornan con risas y complicidad tienen la virtud de la inmediatez y la desventaja de lo efímero. Son hechos improvisados que se repiten en fondo pero no en forma, y con recurrentes necesarios que toleran la audiencia. Todo puede comenzar con una frustrada partida de poker y terminar con observaciones sobre el miedo, las frustraciones inventadas y las estrellas caprichosas. Por el camino unas cervezas con y sin y mensajes en la BB. El paisaje cambia en el modo en que la selección natural determina confidencias a bocajarro y solicitudes limpias. Camisetas perrunamente rectas; Mourinhos desfasados y un Messi que echa la pota. Somos lo pequeño, lo enano, lo ínfimo, y hay necesidades cubiertas en ausencias y presencias. Uno se va, pero

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Si pasas veintisiete años en la cárcel por delitos políticos al quedar libre puedes hacer dos cosas: o convertirte en un grano en el culo del sistema que te ha encerrado o tratar de reconciliar al pueblo que has defendido, sacrificando tu libertad, con dicho sistema e intentar que todos vivan en paz de una puñetera vez. Nelson Mandela eligió lo segundo. El apartheid fue una de las muchas vergüenzas que la humanidad nos brindó en el siglo XX, producto de ello se extendió en Sudáfrica un odio entre negros (colonizados) y blancos (colonizadores) tan grande que todo hacía suponer una guerra civil en uno de los países con mejores posibilidades de desarrollo económico del continente negro. Pero no fue así, y todo gracias a un abogado cautivo casi treinta años que cultivó durante ese tiempo lo que sería su legado, no sólo a su país sino al mundo entero, el perdón y la reconciliación. Aquella situación fue propiciada por la presión internacional que era consciente que si alguien debía pilo

Los cutres vocacionales.

¿Cuándo se empezó a convertir el periodismo deportivo en esa bazofia que cada día nos trae los informativos deportivos de Cuatro Televisión? Podríamos decir que parte de culpa la tiene el modo en que Telecinco (propietaria del antes-decente canal ex-propiedad de Prisa) lleva a cabo sus informativos (de información general y deportiva), pero pienso en la parrilla que nos ofrece la cadena de Berlusconi y es que resulta que el modo de hacer las cosas (barriobajero y cutre) es para todo lo que tocan-hacen-compran (salvo honrosas excepciones como alguna serie norteamericana). Pero el problema de esa cosa llamada Los Manolos no es eso, ya estaba antes del mangoneo de Vasile en Cuatro, viene de antes, viene de ese modo chusco, chulesco y con sabor a refrito que siempre ha adornado el modo de hacer las cosas de Manolo Lama y Manu Carreño. Estos dos tipos son al periodismo lo que el BigMac a la alta cocina, perlas como la entrevista a Florentino Pérez o las bromas con un mendigo en Alemania

YesYes 4 Ever!

No es fácil ser el líder y que no se note, y aún más complicado serlo sin pretenderlo, estar ahí siempre y no desfallecer en el intento, ser esa persona que convierte a una suma de amigos en un grupo. Así es Sisi. Pero es más cosas, es una profesional excelente en el campo del diseño gráfico, la fotografía y la decoración. Y ahora que ha empezado un nuevo reto empresarial ( http://www.diev.es/ ) no me cabe duda que luchará por levantar la idea a base de buen juicio y saber estar. Pero es que Sisi es también una talentosa pintora ( http://sisicamposlara.blogspot.com/ ) que ha demostrado su gran valía en exposiciones individuales y colectivas. Una personalidad que trasfiere el lienzo y te atrapa sin vuelta atrás. Sisi es mucho más para todos los que nos sentimos orgullosos de tenerla como amiga, Sisi es (para mi) aquella chica que conocí hace unos años y con la que tuve una conversación de las que terminan por ser importantes, una conversación que fue el germen de la estupenda

Maneras de ver.

Quise tener un diario como el que confeccionaba con tanto mimo Henry Jones Sr. en Indiana Jones y la última cruzada ; ser como el desprestigiado y luego ascendido a los altares Peter Fallow en La hoguera de las vanidades; que me dijeran aquello de “¿Tienes una pistola en el bolsillo o es que te alegras de verme? (Dolores a Eddie Valiant en ¿Quién engañó a Roger Rabit? ); tener como amigo al Azeem de Robin Hood: príncipe de los ladrones y que mi piel mutara en mugre como lo hacía la de John McLane en La Jungla de cristal . Hay muchas maneras de ver una película. Para evadirte, para investigar, para sufrir, para disfrutar, para entender, para aprender,...para sentir. Yo la veo de todas las maneras. Parte de mi niñez, toda mi adolescencia y, de forma irremediable, toda mi vida está marcada por lo que veo en una pantalla de cine, se diferenciar la realidad de la ficción y mi pragmatismo (tipo freno de mano) no me hará traspasar la línea que separa la obsesión lírica de Cecilia

Esas cosas tan raras que hacemos las personas.

Podría nombrar cien grupos que me gustan más que Estopa, incluso podría nombrar doscientos...o trescientos. Podría incluso pensar en cuatrocientos, quinientos o seiscientos grupos que me gustan más que los hermanos simpáticos y entusiastas neo-rumberos, pero son a ellos, precisamente a ellos, y solo a ellos a los que me gustaba escuchar insistentemente durante esa media hora pre-examen tan cabrona. Desconozco si la irritación de los que esperaban pacientemente en la fila a que un tipo del tribunal les llamara, para acceder a la sala donde nos examinábamos, era una mezcla de angustia por la prueba y asco por la banda sonora con la que amenizaba desde mi mp3 la espera o era simplemente hartazgo por la vida que les había tocado vivir. Y digo irritar porque las caras no eran de amabilidad, concordia y entusiasmo compartido, me habrían empalado si hubieran podido. Habría sido un excelente atenuante para mis adorables compañeros de carrera, en caso de haberse dejado llevar por la lógica d

¿Y si no hay respuestas?

¿Qué pretendo con esto?; ¿por qué me expongo de esta manera?; ¿por que sobre mí?; ¿por qué anunciar en Facebook cada publicación en el blog?; ¿afán de protagonismo?; ¿simple exhibicionismo?; ¿una terapia ante un determinado estado de ánimo?; ¿por qué hacer partícipes a amigos y desconocidos de algo que no les hace mejores?; ¿egoísmo?; ¿egolatría desmedida?; ¿acaso me creo escritor?; ¿o periodista?; ¿fantaseo con miles de visitantes y un mail invitándome a escribir en otra publicación?; ¿me considero mejor por hacer esto?; ¿le interesa realmente a alguien?; ¿por qué comprometo tres minutos del tiempo de mis amigos en leerme?; ¿por qué no lo escribo en un cuaderno y lo guardo bajo la almohada?; ¿por qué tengo sensaciones encontradas?; ¿por qué soy así?; ¿por que se cree tanto en mi cuando no he hecho nada para merecerlo?; ¿por que se me aprecia sin pedir nada a cambio?; ¿por qué meto la pata constantemente?; ¿por qué tengo ganas de escribir?; ¿por qué tengo necesidad de ser leído?; ¿por

Favreau por Favreau.

Jon Favreau es el director de, entre otras, Iron Man e Iron Man 2, además de actor (por ejemplo Very bad things ). Es un tipo que tiene un muy buen agente y muy poco cuello. Jon Favreau es el redactor jefe de los discursos de Barack Obama y tiene treinta años recién cumplidos, y algo más de cuello. Entre ambos no hay parentesco pese a tener el mismo nombre de pila y el mismo apellido, sin embargo uno del otro no pueden tener dos trabajos tan distintos. Mientras uno hace películas el otro escribe lo que el Presidente de los Estados Unidos ha de decir en público. El primero tiene que controlar un presupuesto de cien millones de dólares para crear un vehículo de entretenimiento y a ser posible de beneficios a las majors; al segundo le basta con crear unas frases que den confianza al electorado, al pueblo en general y a los dirigentes del partido demócrata (por ese orden) para hacer correctamente su trabajo. Pero a estas alturas del post me pregunto: ¿existe tanta diferencia entre e

Creadores.

Cuando en la gala de los premios Oscar de 1993 Fernando Trueba, acompañado del productor Andrés Vicente Gómez, subió al escenario del Dorothy Chandler Pavilion para agradecer el premio otorgado a Belle Époque como la mejor película extranjera de aquel año se felicitó de no creer en Dios para así poder agradecérselo a Billy Wilder. Hubo quien vio en el gesto del director una blasfemia en toda regla al pretender equipar al director de las memorables El apartamento y El crepúsculo de los Dioses (entre otras) con el Creador. Yo a estas alturas no se muy bien en que creer. Quizás sea que uno va cumpliendo años y se va volviendo más descreído. Tengo una infinita confianza en las personas a las que aprecio y quiero, pero no tengo muchas más creencias más allá de esos afectos. Me produce una pereza descomunal reflexionar ante un Ser Todopoderoso que nos vigila y escruta, “alguien” tan sumamente caritativo que permite que mueran cientos de miles de personas por algo como la Fe. Su represe

Los chicos de la prensa (y II).

Si el periodismo es conocer la calle, la gente que la puebla y los tugurios donde ver al Inter de Milán o a los Mets de N.Y. no creo que haya mejor exponente que Enric González . En la actualidad es el corresponsal de El País en Israel (u Oriente Medio, según el caso) y aparte de vomitar crónicas de lo sucedido en aquellos lares de vez en cuando nos deleita con unos libritos (diminutivo por tamaño físico no por su extraordinario valor literario-periodístico) que nos descubre, no ya las ciudades de sus títulos, sino países enteros y los que los pueblan: “Historias de Nueva York”; “Historias de Londres”; “Historias de Roma” e “Historias del calcio” . En los últimos años con pocas cosas he disfrutado más que con la lectura de estas guías de viaje a la psique de los personajes (reales) que pueblan sus páginas. Si a González le admira gente como Santiago Segurola, Carlos Boyero, Antonio Gasset o Iñaki Gabilondo es que algo hay por ahí, y cuando empiezas a leer, con un marcado y ejemplar s