Guionista en paro.
Una de las noches en las que peleaba contra mi frustración, asistiendo a clases para obtener el título de graduado en secundaria, una psicóloga impartió una charla para orientarnos en las diferentes alternativas de formación que teníamos una vez finalizado el curso. Era una de esas noches en las que estaba más cansado que nunca después de un mal día de trabajo. Por aquel entonces trabajaba en una fábrica de lunes a viernes durante diez horas, y cinco más el sábado, quince horas sobre la jornada laboral establecida por ley. Todas esas horas de más siempre las consideré como un expolio a mi tiempo libre y no llevaba muy bien que trataran de consolarme mis compañeros diciéndome aquello de “al menos nos las pagan” , escandalizado preguntaba ¿es que había sitios en los que no es así? Y es que aún me faltaba algún hervor, como acostumbraba a decirme un compañero que, me confesaba, hacía años que se había acostumbrado a aquel sistema de trabajo tan excesivo en tantas cosas. A lo qu