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Mostrando entradas de diciembre, 2011

Un él en busca de un dónde.

Como llegué me voy, al menos por el momento. Es hora de volver a leer como es debido (en la manera que entiendo tal mandato); de ver unas cuantas películas y series que tengo pendientes; de mirar la vida y contármela en secreto en una discreta libreta. Siento que ya no tengo mucho más que decir, y que cuando lo he hecho no ha sido como a mi me habría gustado. Soy un crítico feroz con todo lo que hago, ¿pero quién no lo es? Abro el armario para cubrir mi desnudez lentamente, sin prisas, con delicadeza. No es un adiós, sólo un hasta luego.

19/12

Cuando mi hermana Elena cumplió su primer año nuestro vecino, fotógrafo de profesión, inmortalizó la que es una de las tardes más recordadas a la hora de repasar el álbum familiar en la casa de los Molina-Soto, a simple vista se puede observar a un risueño Jose David divertido ante la escena que está ante sus ojos, a Elena que estrenaba años en el casillero y a mi mismo enrabietado porque no era mi cumpleaños . Yo, que por esa época ya debía tener experiencia en cumpleaños ajenos (mi hermano es mayor que yo en dos años y medio), la tomé ese día porque quería ser también el que soplara las velas, el que tuviera regalo y, por lo visto, el protagonista. Mi madre, que tiene una paciencia infinita, logró convencerme de que seríamos los dos los que soplaríamos las velas pero que debía ser consciente que la que cumplía los años era mi hermana y no yo. En las fotos se puede apreciar con claridad como saqué a pasear un carácter que más de una vez me ha jugado una mala pasada. Hoy es el cumple

A pie de calle.

Que la ministra Elsa Fornero hable de daño psicológico al referirse a los recortes que en el apartado de las pensiones se van a llevar a cabo es hacerlo desde el conocimiento real de que las medidas a tomadas por el Gobierno de Italia , con el profesor Monti a la cabeza, son muy duras y van contra la línea de flotación de uno de los sectores de la población que más sufre: los pensionistas. La ministra en cuestión es una reputada académica en el ámbito de la economía, la reclutó Mario Monti (que en la misma rueda de prensa, ayer, ofrecida para anunciar las medidas dijo que no cobraría un euro de su sueldo como Primer Ministro y responsable de la cartera de Economía) para su Gobierno de no-políticos, fue un riesgo importante al sustituir a Silvio Berlusconi nombrar un gabinete compuesto en su mayoría, totalidad realmente, por profesionales de los campos en los que iban a trabajar para sacar de la crisis financiera al ex-coto privado berlusconiano. Según leo en algunos medios las explica

Autodescripción de un nudista accidental en trescientas setenta y cinco palabras (sin contar las del título en cuyo caso serían trescientas noventa y nueve).

Un juntaletras osado, un mequetrefe de salón, un alfeñique desdentado, un abusador de musas, un lenguaraz cobardica, un cuentista con sabor a cerveza, un tipo de la calle, un fulano del tres al cuarto, un honrado soñador, un sempiterno anhelador, un secador de bolsillo, una moneda sin doble cara, un antihéroe musicado, un violador de la gramática, un aficionado a lo policíaco, un degustador de pudding, un nuevo aficionado al rugby, un viejo hincha del Madrid, una incipiente barriga, una barba descuidada, un comedor de uñas en la oscuridad, un sin techo con casa, un jugador que a veces gana, un jugador que suele perder, feliz en días raros, raro en días felices, un hombre de familia nuclear, uno de los buenos, uno de los nuestros, uno de los suyos, fiel en cosas del amor, infiel en cosas superfluas, odiador de megalómanos, divertido en minidosis, normalito en los modales, serio en misa de doce, carcajada sonora, risita muy inglesa, sonrisa de atrezzo en la ironía, bañista en océanos, co

Llamando a las cosas por su nombre.

Los niños aprenden a relacionarse, jugar, comer, hablar, a casi todo de un modo natural si el entorno lo propicia. Es muy difícil, afortunadamente, encontrar a un niño que esté aprendiendo a hablar y pronuncie correctamente todas las palabras que utiliza. Durante mis años en Jerez conocí a un niño, Juanma , de una gran inteligencia y perspicacia, que cambiaba la letra “c” por la “t”; también coincidí en varias, y geniales, ocasiones con dos hermanos de los cuales el mayor, Ian ( Denise se llama el menor) denominaba salquetines a los calcetines; Sami, con el que tuve ocasión de compartir varios fines de semana como canguro consorte, le decía al chaquetón cachetón. Hace algunos meses que no sigo el día a día de estos niños (Juanma era para mí un hermano pequeño o un sobrino al que me gustaba acompañar en sus aventuras freaks) pero me consta que no inciden en el error una vez que han avanzado en la escuela. Los niños no cambian el orden de las sílabas o letras porque si, forma parte