El trabajo más hermoso del mundo
Una agente de Círculo de Lectores lleva un pedido a una socia. No
se encuentra en casa y es la madre la que abre la puerta y atiende a
la agente, mientras esta espera en la puerta escucha la siguiente
conversación:
-Manolo
dame quince euros
-¿Para
qué?
-Para
la mierda esta
-¿Esta
niña está todavía en esa mierda?
-Sí,
y encima esta mañana tuve que darle veinte euros para gasolina. Y
ahora esta mierda.
-Al
menos la gasolina es gasolina, pero esto es una mierda.
Tras
el diálogo sale la madre de la socia y abona el pedido que su hija
había hecho, el libro “La educación del talento” de JoseAntonio Marina.
Es una
situación real. No es fruto de la imaginación de este juntaletras.
Se produjo no hace muchos días. Lo se de buena tinta, mi madre es la
agente de Círculo de Lectores que esperaba en la puerta a que los
padres de la socia se decidieran a abonarle el libro que su hija
había pedido.
Mi
madre trabaja como agente para este club de lectura desde hace casi
quince años, yo desde hace siete, y nunca he visto a nadie
desempeñar un trabajo con tanta dignidad y orgullo
como ella. Es como si se hubiera leído todos los libros que vende
por el modo en que es capaz de transmitir elegancia, educación e
inteligencia. Y aunque tiene poco tiempo libre si es una lectora
avispada y feliz.
No es
la primera vez que me cuenta algo así, yo también he vivido
situaciones similares. Pero mi madre se lleva la palma en cuanto al
anecdotario más sublime. Como aquella vez que visitó por
primera vez a un socio y este para hacer saber que no quería nada de
libros le tiró una naranja desde un tercer piso. El cítrico se
exprimió contra el capó del Fiat Punto de mi madre. O aquella otra
en que una adolescente inquieta y con ganas de aprender le pidió que
le dejara los libros en otra dirección porque a sus padres no les
hacía ninguna gracia que malgastara el dinero en esas cosas, al
menos los suyos no los asemejaban a las deposiciones matutinas.
Cuento
todo esto porque muchas veces cuando he estado visitando a los
socios, con lluvia, sin ganas, sintiéndome ridículo por llevar un
carrito de la compra con libros y revistas pienso en ella y
una sonrisa se me dibuja en la cara. Busco cualquier excusa y la
llamo sólo para saber que está ahí y que ella convierte el trabajo
que haga, sea el que sea, en el más hermoso del mundo.
Nuestra madre es una heroína, ya quisiera yo llegarle a la suela de los zapatos.
ResponderEliminarY además corroboro las historias ya que más de una las he vivido con ella. Menos mal que estoy en el coche, que si no más de uno se hubiera llevado una galleta mía.
Y me alegro que hayas vuelto, Sr. Nudista. Me encanta leerte!!
Un besote!
Gracias! Es un ejemplo en tantas cosas que tratar de glosarlas aquí es tan atrevido como estúpido. Ella es lo más! Y tú una excelente heredera de todos sus valores. Creéme
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