El paseante, el amigo de la infancia y el tipo del batín
Encontróme en la calle llamada de los Floristas y una idea me sobrevuela de sien a sien: ¿y si ellos no fueran ellos y fueran aquellos? Con zancada grácil cruzo por el paso dedicado a los pedestres, sito en la confluencia de la calle antes mencionada y la calle de los Estibadores. Y dicha idea se mantiene entre los lugares indicados. Es en ese momento, ni antes ni después, cuando la mirada de un amigo de los de antes y la mía se entrelazan. Él se hacía llamar, cuando éramos amigos de infancia, Gregorio y ahora, por motivos que no vienen al caso, Lucendo. El caso es que tras el intercambio de miradas sucede otro de manos, unas palabras compromisarias y un hasta luego que me dejó un sabor de los llamados agridulces. No dudo ni media milésima de segundo en solicitarle audiencia para tomar un tentempié en una de las múltiples tabernas que adornan el barrio llamado de Los Profesionales. Lucendo accede, creo que más por no incomodar mi cortesía que por deseo expreso de su cuerpo y men