Background.

El domingo 6 de junio de 1993 un joven Sergi Bruguera conquistaba en París su primer título de Roland Garros, fue ante el norteamericano Jim Courier que por aquel entonces era número dos en la clasificación ATP y tras dejar en la cuneta, entre otros, al gran Pete Sampras (el primero de la clase durante los noventa). Recuerdo con claridad aquel partido, recuerdo a Sergi con el polo blanco manchado de tierra batida tras arrojarse al suelo cuando logró el punto que le daba juego, set, partido y título. Pero no vi la final en directo, lo escuché por la radio junto a los goles de la jornada de fútbol a través del Carrusel Deportivo de la Cadena Ser, iba en el coche con mis padres en un viaje a Mérida desde Sanlúcar La Mayor.
Eran años en los que una crisis económica se veía venir tras un periodo de crecimiento gracias, en parte, a tres importantes eventos que pusieron a España en el mapa: los Juegos Olímpicos de Barcelona, la capitalidad Europea de la Cultura en Madrid y la Exposición Universal de Sevilla, todo ello en 1992. Yo era ajeno a esas cosas y solía jugar con regularidad al tenis con mis amigos del instituto, especialmente con Jorge, admirador del espigado y elegante tenista alemán Michael Stich, yo que era más mundano me fijaba en un croata de servicio mortal llamado Goran Ivanisevic.
Mi padre había aceptado una oferta de trabajo con mejores condiciones económicas y nos trasladamos de Mérida a Sanlúcar (a unos quince kilómetros de Sevilla) en enero de 1992, por lo que pudimos vivir el cambio que para la capital andaluza supuso la Expo´92. Todo iba a ir bien: un precioso adosado, mi hermano a las puertas de la Universidad, una gran ciudad en todo su esplendor,...pero a los pocos meses de llegar mi padre notó que aquellos que le habían contratado no eran de fiar, aunque eso es otra historia.... Os cuento lo de Roland Garros y la situación de mi familia en esos años porque quiero contextualizar aquellas elecciones generales, en una campaña de acoso y derribo al Gobierno de Felipe González por parte de José María Aznar líder del Partido Popular, ex-Alianza Popular.
Las cosas empezaban a ir mal en España (perjudicada por una recesión generalizada en Europa), se adivinaban tiempos complicados y pese a ello mis padres se recorrieron los kilómetros que separaban Sanlúcar de Mérida (seguían empadronados allí) para votar. La recuerdo como una decisión visceral, no pensada, espontánea, como un arrebato ante la deslealtad de la oposición que ansiaba el poder a base de crear una terrible desconfianza general. El hecho de ir con ellos (mis hermanos se quedaron en casa) escuchando la victoria del joven Bruguera en un pesado viaje de ida y vuelta, sin autovía, me hizo ser como soy, comprometido con un hecho sencillo pero de enorme carga emocional: depositar un voto que nunca debería ser tomado como inútil. En esos comicios, los de 1993, el PSOE ganó con una diferencia escasa frente a un pujante PP. Mis padres siempre podrán sentirse orgullosos de que su voto aquel día fue un granito de arena para una victoria muy ajustada pero sobre todo por dar una lección de democracia a un chaval de dieciséis años que despertó su conciencia socialdemócrata.

Comentarios

  1. Y tanto que me quede en casa jejeje... nos juntamos tres o cuatro y nos pasamos toda la tarde dandole al Dragon Ball de la super Nintendo en la tele grande aprovechando la cuyuntura jajajajajaja

    Eran mis primeras elecciones y ahi, para bien o mal, se empezo a manifestar mi postura ante la política: Indiferencia.

    Como siempre, un placer leer tu blog

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  2. Jajaja, muy grande Hermano!! Ahorras en disgustos con esa indiferencia, así que sales ganado. Un abrazo!

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