Sueños.

Imagino a una niña que sueña con ser pintora, dibujando de memoria o con modelos improvisados al tiempo que se toma la merienda sin hacer mucho caso de lo que ponen en televisión. Su madre la mira complacida soñando así mismo con la posibilidad de poder ofrecerle a su hija la oportunidad de ser lo que tanto anhela. Es una niña que se aplica en sus estudios, que hace los deberes con rapidez para ir a las clases de pintura que sus padres le pueden costear no sin cierto esfuerzo. La imagino cuidando con mimo el estuche que contiene su tesoro más preciado y que le regalaron sus abuelos en su comunión. Nunca pide nada y cuando lo hace es para ahorrar para esa enciclopedia de Arte que tanto le gusta mirar en la Biblioteca y que, según ella, “debe ser muy cara porque tiene muchas fotos de cuadros y pesa mucho”. La imagino presentando con una mezcla de orgullo y vergüenza los dibujos que le piden en la escuela, con un leve rictus de seriedad cuando le dicen que el suyo es el mejor de la clase y que lo van a exponer en el vestíbulo del centro para que todos los niños , profesores y visitantes lo admiren. La imagino dibujando distraída en el patio del colegio durante el recreo mientras el pequeño bocadillo de mortadela y el batido de fresa casi se le caen de las manos. Imagino a sus amigos pidiéndole que les haga un retrato y ella haciéndolos de memoria en casa sentada ante la mesa camilla para regalárselos en sus cumpleaños.
Imagino a una niña que cada noche al cerrar los ojos sueña con hacer lo que más le gusta: pintar.
Ahora en lugar de imaginar os explicaré el caso de una niña de doce añosen Kabul, Afganistan, que se llama Sdika. Ella también sueña con ser pintora, dibuja Jardines luminosos y Palacios en una de las ciudades más destruidas por más de treinta años de guerras varias. Cada día se levanta a las seis de la mañana, acude al colegio de siete a diez y regresa a casa a ayudar a su madre a hacer la comida. Lo que diferencia al caso imaginario del real, aparte de la obviedad de que uno es real y el otro no, es que aunque la niña imaginada no tuviera el apoyo familiar para cumplir su sueño si vive en un país que le ofrece la posibilidad de intentarlo (aunque no sea fácil al menos es plausible); en el caso de Sdika por mucho apoyo que tenga de su madre siempre habrá mil obstáculos en un lugar como Afganistan donde el 95% de las mujeres no tienen acceso a la escuela, donde el 80% sufren maltrato doméstico, donde la violación es penada en la víctima y no en el agresor,...
Soy consciente que he vuelto a caer en el tópico y en el maniqueísmo para retratar una situación con la que se me revuelvan las tripas, pero no puedo evitarlo no se hacerlo de otra manera.


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