El terror.

¿Un loco? ¿un visionario? ¿acaso un iluminado? ¿un desagradecido? ¿un suicida? ¿un megalómano? Yorgos Papandreu es posiblemente todo lo dicho antes más otras cosas que se han venido leyendo desde que el Primer Ministro griego decidiera dar a su pueblo la oportunidad de ser salvados de su expulsión de la eurozona (y consiguiente quiebra, parece ser) o bien ver que pasa en caso de no recibir las ayudas y la quita que la UE ofreció como solución. En el primer supuesto el pueblo griego habría votado “sí” a continuar con la tutela de mamá Bruselas en el referéndum convocado, en el segundo supuesto el voto habría sido negativo con las cacareadas consecuencias antes mencionadas. Durante unos días no tenía muy claro que pensar de la decisión del bueno de Yorgos pero justo hoy que había empezado a entender su decisión va y la retira. Y es que tras convocar la consulta su intención era la de exponerse él y su gobierno a una moción de confianza que con toda seguridad iba a perder puesto que según pasaban los días algunos miembros de su partido, que no estaban de acuerdo con dicha consulta, anunciaban su intención de no dar voto favorable a la moción convocada por el líder de su partido, cuando menos la situación se podía calificar de locos. Nada de esto se discute a estas horas de la noche, ni habrá referéndum ni habrá moción de confianza, ahora se trata de buscar un Gobierno de unidad nacional ante la mayor hecatombe financiera sufrida por el país que inventó la democracia. Tendrán que pasar unos días hasta que pueda formar una opinión reflexionada y poder exponerla en esta bitácora en la que lo mismo os hablo de cine, de recuerdos de adolescencia o rugby.

El caso es que en este post no puedo dejar de explicar la conclusión a la que había llegado sobre el cirio montado con tanto trajín entre Bruselas y Atenas y con París y Berlín dirigiendo el cotarro. Y mi conclusión es que no estaba mal lo que iba a hacer Papandreu, pese a la zozobra creada y las amenazas mafiosas de Merkel y Sarkozy, ya que lo que pretendía era en esencia darle al pueblo la oportunidad de recobrar algo de normalidad en un país con manifestaciones todas las semanas (cada vez mas violentas), un año académico casi perdido y paliar la desconfianza por parte de la sociedad helena en unos gobernantes dirigidos como marionetas desde Bruselas y dónde el poder de maniobra económica por parte del gabinete de Papandreu es nulo. Darle la oportunidad al pueblo de hablar sin elecciones de por medio parecía una buena idea como base para continuar con una vida normal, en la medida de lo posible. Lo que saliera de la consulta es otra cosa, no hay bolas de cristal y no se puede predecir con seguridad que iba a pasar, pero nadie debe cuestionar la inteligencia de los griegos ni su postura ante una situación que les ha venido dada por las mentiras y falseos en los libros de cuentas del anterior gobierno (de signo opuesto al que sustenta el actual, de centro-izquierda, el PASOK).

Los que nos dirigen nos han dicho estos días que la decisión de Papandreu puede suponer su salida del euro si sus compatriotas votaban que no al plan de rescate, lo que vendría a significar su quiebra técnica; que el efecto contagio afectaría a las economías “periféricas” esto es a España, Italia, Irlanda y Portugal; que podría suponer una especie de apocalipsis del que sólo se librarían aquellos países con la suficiente musculatura financiera, como el caso de Francia, Gran Bretaña y Alemania. Yo que no entiendo un carajo de macroeconomía (ni micro, si me apuran) llegue a acojonarme de verdad, y me imaginaba volviendo a la peseta, recogiendo cartones para sobrevivir y empujando un carrito de la compra en un paisaje al estilo del que describía Cormac McCarthy en “La carretera”. Pero ya no, ahora ya no habrá referéndum, ni habrá moción de confianza, ni nada de eso, ahora los griegos si deciden será en unas elecciones que se plantean en unas semanas en las que concurrirá con toda la cara del mundo el partido que quiere sacar tajada, en forma de poder, de esta situación, más allá de haberla creado, y que es el partido que tuvo que ceder los trastos a Papandreu hace dos años y medio para ver si su pilotaje les conducía a tierra firme.

Que los mercados, Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y las agencias de calificación marcan las pautas económicas en países como Grecia es una obviedad cruel y lamentable, pero que además Yorgos Papandreu haya dado marcha atrás en una decisión política interna por las presiones, amenazas y chantajes de aquellos es cuando menos terrorífico.

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