Allanemos el camino.

Supongamos que un adolescente está en la sala de lectura de la biblioteca pública de su pueblo con sus amigos del instituto haciendo los deberes o un trabajo de clase. Le podemos imaginar hablando con un tono demasiado elevado de voz, flirteando con las compañeras y rebuscando en su mochila como excusa para escaquearse de los libros y apuntes. Un adolescente con ese aire despreocupado e indolente que tanto abunda hoy en los pasillos de colegios e institutos de secundaria. En un momento dado va a preguntar la clave wifi al sufrido bibliotecario que anda atendiendo a una señora que toma en préstamo dos libros (uno de plantas de interior y otro de Francisco Umbral) tras devolver otros tantos (uno de Ángeles Caso y otro de cocina paquistaní). Mientras el chico espera su turno con esa pose entre lánguida y me-importa-un-huevo-todo mira los libros que hay sobre la mesa del prestamista de libros, y entre ellos uno del que le llama la atención el título, lo toma entre sus manos y le da la vuelta mientras la señora busca en su cartera de Tous su carnet de la biblioteca. El chaval empieza a interesarse por un libro en el que el autor narra en primera persona sus vivencias en la naturaleza relacionándolas con las del joven universitario Christopher McCandless que llevó al extremo su naturalismo convirtiendo el relato en una inspiración para quien quiere vivir su libertad en comunión con su manera de sentir.
El adolescente puede ser cualquiera de los que pueblan las aulas y el libro puede ser “Hacia rutas salvajes” (John Krakauer, 1996), pero esta escena no podría darse hoy en día en la Biblioteca Pública de Lucena ya que este libro no está ni en las estanterías, ni en la casa de un usuario ni nada parecido...simplemente no está. Se que es injusto hacer una crítica negativa a la institución que presta su servicio cultural de forma altruista y pública por este hecho así que me gustaría que se interpretaran estas líneas como una crítica en positivo hacia las grandes posibilidades que tiene dicho lugar en ampliar su catálogo con una incorporación que puede llegar a provocar el despertar ante la vida de un adolescente más preocupado en su cresta y la Vane. Aunque también es posible que el chico pueda ver la película ya existente basada en el libro (del mismo título y dirigida por Sean Penn en 2007) en su casa cuando la pase algún canal de la TDT pero creo que será entonces más fácil que se vea influenciado por otras como “Mentiras y gordas” o “Tres metros sobre el cielo”, la primera, por cierto, guionizada por nuestra insigne Ministra de Cultura también conocida como Ángeles González Sinde. 

Comentarios

  1. como siempre ingenioso, directo y crítico. Me encanta

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  2. BASTA DE IN TO THE WILD!!! Que se busque otro libroooo (momento de locura totale) BASTAAAAAA!!! QUE LE CORTEN LA CABEZAA! (y ya en otro mometo y con calma te doy una explicación más racional) >_<

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  3. Lours, muchas gracias por el comentario y los siempre inmerecidos halagos ;)

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  4. Tivi, espero con sumo interés la explicación racional a tu oposición a "Into the wild". Un beso y gracias por comenatar! :)

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