Contradicciones muy mías.

El último anuncio que ha estrenado Adidas con Derrick Rose, el fantástico base de los Chicago Bulls, como protagonista fue rodado en la madrileña plaza de toros de Las Ventas. En dicho spot se puede ver al jugador NBA saliendo por la puerta de toriles cual victorino y driblando al tiempo que bota un balón de baloncesto a cuanto rejoneador y matador sale a su paso. El anuncio tiene una factura estupenda, buen montaje, fotografía y dirección en especial. Algunas voces en los EEUU han denunciado que la marca deportiva utilice un escenario donde habitualmente, según ellos, se torturan animales y que puede suponer un apoyo a una manifestación artística que más allá del Atlántico se ve como una atrocidad. La verdad es que viniendo de un país donde la pena de muerte está a la orden del día y cuyo ejercito ha sido en muchas ocasiones sancionado por casos de torturas y vejaciones no está demasiado claro que sean ellos quienes deban enarbolar la bandera de los que ven los toros como un sinsentido.

Greenpeace logró con sus denuncias detener que se siguiera construyendo un Hotel en una zona protegida de Carboneras (Almería) conocida como Algarrobico. La Junta de Andalucía sigue en litigios con tal asunto y según parece son muchos los habitantes de aquella zona que no quieren ni ver en pintura a los ecologistas protestones. Consideran que la apertura de dicho hotel dará trabajo a muchas personas en una zona con déficit en la creación de empleo. Mi postura es clara, que lo echen abajo. No creo que veinte o treinta o doscientos puestos de trabajo sea un precio que se haya de pagar por andar construyendo en reservas protegidas, parques naturales, etc. el desarrollo sostenible es posible y quien no lo quiera ver sufre un serio problema de perspectiva y/o catetismo que habría de hacérselo mirar.

Son dos asuntos distintos, en el primero no estoy de acuerdo con la persecución que desde determinados ámbitos se dan contra las corridas de toros, reconozco que me gusta la fiesta y hay muchos aspectos que deberían tener en cuenta los que la rechazan por creer que se trata de una tortura cruel. Por otro lado me alineo con toda la convicción del mundo junto a los grupos ecologistas que tratan por todos los medios de que los precursores de uno de los mayores delitos contra el medio ambiente en nuestras costas se salgan con la suya, y el pensar que detrás puede ir uno de lo lugares donde he sido más feliz, El Palmar, hace que sienta un escalofrío que me acojona bastante.

Entiendo mis contradicciones, espero que vosotros las disculpeis..y si no es así es lo que hay.

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