Sangre.


Cuando tenía catorce hice una prueba de dos semanas con el equipo de fútbol cadete del Sanlúcar CF (de Sanlúcar la Mayor, Sevilla). Fue en febrero de 1992 y tres tardes en semana acudía al campo de entrenamiento, de albero, a dar lo mejor de mis dotes deportivas. Ni que decir tiene que no pasé la prueba, y que el entrenador fue lo más diplomático que pudo, no recuerdo sus palabras exactas pero en esencia fueron “estos chicos (por mis no-compañeros) llevan mucho tiempo jugando juntos, te falta resistencia y algunos kilos”. Un tiempo después mi hermano me comentó que un amigo suyo, que jugaba en el mismo equipo, le dijo que tenía cosas buenas pero me faltaba sangre, referida esta al nervio que necesita un futbolista a esas edades. Se ve que además de kilos, resistencia también me fallaba el nervio así que tras dos semanas de entrenamiento colgué las botas (unas Kelme Míchel) y dejé atrás mi sueño de ser futbolista. Años más tarde jugué una liga local en Úbeda como un correoso lateral derecho a quien los árbitros expulsaron en dos ocasiones por exceso de sangre y kilos...paradojas de la vida. En ese equipo de Úbeda había calidad y empuje: un fino media punta como mi primo Juan; un portero imprevisible (pero voluntarioso) como Carlos; dos centrales muy musicales (Heavy/Antonio y Juanfra); dos centrocampistas que no hacían más que estorbarse entre sí (Richarte y el Bola); y una pareja de delanteros rara y a veces eficaz (Jose Vicente y mi hermano Jose David, este una mezcla de Julio Salinas y Gravesen). Jugábamos en “lo del viejo” y teníamos al equipo de Maranatha (que cosas!) como máximo rival.

Es seguro que si en aquellos años me hubiera empeñado más en sacar adelante mis estudios que en destacar en algún deporte ahora en lugar de ser un parado sin preparación sería un parado delicatessen, uno de esos que se quitan títulos académicos (no como yo que a veces me los invento) para optar a trabajos de mierda que están muy por debajo de su calificación. Pero al final ni lo uno ni lo otro.

Tengo la sensación de que hablo en demasiadas ocasiones de mis frustraciones académicas y puedo dar sensación de fracaso, pero no es así. Como ya dije en un post para mi no es lo más importante los estudios que uno tenga, lo realmente fundamental es el modo en que nos relacionamos con los demás

Comentarios

Entradas populares de este blog

Jodido

El trabajo más hermoso del mundo

Consecuentes