¿Qué le pasa a la gente?

Que yo sepa los jueves no tienen nada de especial, son la antesala al inicio del fin de semana y desde hace unos años es considerado el nuevo viernes por lo agitado de la noche en lo que a juerga y diversión se refiere. Este texto, o post, o artículo, o lo que coño sea, lo escribo pasada la una de la madrugada del viernes.

Hay personas que me leen y se confiesan traspuestos con algunas de las cosas que publico, me dicen que empiezan con una sonrisa que se les termina helando cuando descubren que lo que empiezo como algo amable lo termino, en ocasiones, como un puñetazo en el estómago. Esta será una de esas veces.

Y me preguntaba que tendrán los jueves porque me encuentro con dos noticias que me han hecho plantearme que narices le pasa a la gente: por un lado a una mujer de treinta años para ahogar en la bañera a sus dos hijos (de tres y once años) en su casa de Jaén. Que el mayor hubiera alertado al padre, que andaba recuperándose de un accidente en el hospital, no evitó que a la llegada de la policía y emergencias sanitarias estos se encontraran con el percal en el cuarto de baño familiar. Cuentan los consternados vecinos que ella había pasado por depresiones varias pero que nunca hubieran imaginado que llegara a hacer tal cosa. La verdad es que quien coño puede pensar algo así, ¿no?

Pero como mi capacidad de asombro con el mundo tan cabrón, a veces, que nos ha tocado vivir no tiene límites escucho en la radio que un fulano ha entrado en una iglesia , en Madrid, y ha disparando a dos mujeres (elegidas al azar, por lo visto) matando una de ellas y dejando mal herida a la otra. Los médicos no han podido hacer nada por salvar la vida de la víctima pero si han conseguido salvar la del bebé que esperaba y del que salia de cuentas en unos días. Por cierto que después de su trabajo el tipo del arma se ha pegado un tiro.

He querido escribir estas líneas sin el cabreo y frustración que uno siente en el momento de conocer los hechos. Nunca he sido un maniqueo ni tampoco un osito amoroso que piense que el mundo esta lleno de algodón de azúcar y chocolatinas, pero joder hay días en que unas noticias nos afectan más que otras. No se que pena le puede caer a esa madre que ha terminado con la vida de sus hijos y la verdad es que me importa un bledo, la justicia ya no puede hacer nada. En el caso del suicida, tampoco.

Una de las cosas que me reconcilian con el mundo es saber que la mayoría de las personas al saber de estas noticias reaccionan con el mismo sentimiento de compasión ante las víctimas y desconcierto ante el suceso, pero luego me acuerdo de las muchísimas cartas de adolescentes fervorosas (al estilo grupie) que reciben los presuntos culpables de la desaparición de Marta del Castillo y se me revuelven las tripas de nuevo.

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