Corriendo riesgos

Friedrich Wilhelm Murnau fue un director de cine que, entre otras, dirigió Nosferatu el vampiro (1922). Recuerdo haber comprado la película en el simpático formato VHS a través de Discoplay a finales de los noventa. He visto la película unas tres veces y siempre la he considerado una obra maestra del expresionismo alemán. Basada en la novela de Bram Stoker “Dracula” nos presenta un monstruo chupasangre y cabrón en el periodo de entreguerras. Una película que me estremeció y que recuerdo con admiración.

Pero reconozco que estoy dando un rodeo, que no quería hablar de la película y si de su director. Y es más, no quiero hablar tanto de la vida u obra de Murnau como de su muerte.

Murnau falleció en un accidente de coche. Conducía su criado y amante, un joven filipino, que también perdió la vida en el accidente.

He mirado en la peligrosa wikipedia y no he encontrado rastro de lo que un fin de semana escuché en el fantástico (y añorado) “Lo que yo te diga”, programa de cine de la Cadena Ser. Y es que, según contaban los simpáticos conductores del programa, existe una leyenda según la cual Murnau le estaba practicando una felación a su criado/chófer/amante justo en el momento del accidente.

(No se porque recuerdo este tipo de cosas y se me olvida con pasmosa facilidad el pin de la Blackberry).

Murnau, si es cierto lo que cuenta dicha leyenda, murió haciendo algo placentero y su joven amante falleció del mismo modo, recibiendo cariño y placer. 

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