Los chicos de la prensa (parte primera).

En una ocasión un tipo que apenas me conocía le dijo a un amigo común que yo era excesivamente egocéntrico y que hablaba mucho de mi sin decir gran cosa. Acertó: hoy, diez años después, escribo en un blog de mis cosas. Pura egolatría.

Él estaba a punto de empezar la universidad y quería ser periodista, había pasado el verano haciendo un programa en la radio local sobre canciones del verano y entre Las Ketchup y Giorgi Dann seducía a una chica que nos gustaba a los dos y que acabó en sus brazos rendida al encanto de un futuro Iñaki Gabilondo.

No se que ha sido de él, pero si ha tenido el mismo tino con sus anhelos que con su descripción sobre mí es muy probable que ande desempeñando su profesión desde la redacción de algún medio.

Siempre he leído todo y todos los periódicos que caían en mis manos, y lejos de estar informado (que para mi era lo accesorio) mi intención era la de disfrutar (y aprender) de periodistas que escribían sus crónicas o artículos desde la calle o el barrizal.

A mi juicio nadie ha escrito mas bello sobre toros que Joaquín Vidal. El uso exacto del lenguaje, unido a su basto conocimiento en el arte y su vocabulario hacían que sus crónicas fueran admiradas por lectores que ningún interés tenían en la fiesta.

Lo mismo podría decir de Santiago Segurola, excelso escritor deportivo y periodista de verdad. Podré estar más o menos de acuerdo en el fondo, pero la forma en que lo hace me reconcilia con él cada vez que no estoy de acuerdo. Nadie como Segurola me ha hecho ver la belleza en la natación o el atletismo gracias a sus crónicas desde unos juegos olímpicos o mundiales.

Carlos Boyero es a la crítica cinematográfica el equivalente a los dos mencionados anteriormente. Si el ya fallecido Joaquin Vidal era el maestro de la crítica taurina y Segurola el de la crónica deportiva, Boyero ofrece un máster en crítica de cine cada semana. Lejos de su “verso suelto” en las charlas con los internautas de El País sus críticas de películas están desarrolladas de tal modo que si no estás de acuerdo con la opinión vertida siempre encuentras un párrafo o frase que te deja en paz con el autor. Y ya no sólo de cine, cuando Boyero saca el bisturí para analizar cualquier fenómeno, suceso o hecho (nimio o destacado) el deleite es multiorgásmico.

(Continuará)

PD: me vais a permitir que esta sea la primera parte de una serie sobre periodistas que (en mi opinión) dignifican una profesión que otros se encargan de ensuciar sin atisbo de sonrojo.







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