Héroes, villanos,...y perdedores.

A los niños les gusta disfrazarse de pirata, sheriff o futbolista; a las niñas de princesa de cuento, tópicos aparte hay una querencia infantil hacia los héroes ya sea por anhelarlos o por encarnar a uno de ellos.

Yo que fui pirata y futbolista (no al mismo tiempo) en mi niñez me descubro de adulto queriendo ser el villano en las películas o el perdedor de las telenovelas.

Sigo con paciencia una telenovela disfrazada de serie que emite TVE, Amar en tiempos revueltos, tener demasiado tiempo libre es lo que tiene. Pues hasta hoy mi personaje favorito era Andres Hernández Salvatierra, un franquista cabrón y seductor que empezó la temporada como villano y que a medida que avanza el año televisivo se torna en uno-malo-que-no-es-tan-malo gracias al favor de un público (mayoritariamente femenino) que ve en el personaje encarnado por Jose Luis García Pérez a ese malote que a todas les gusta para amante pero no para marido.

Digo hasta hoy porque ha entrado en escena un perdedor de los de manual. Barba descuidada, despeinado, con ropa arrugada (pero no harapos, que hay que distinguir entre un mendigo pordiosero de los cincuenta de uno que junta la mala suerte con el desatino), y un trauma que no le deja quitar el freno de mano en que su ha convertido su mierda de vida. Bebe sin moderación, se ve a si mismo como un muerto en vida por no poder superar en el interior lo que Franco oficializó para que no hubiera remordimientos nacionales, aunque se encargara de fomentar los rojos.

Siento una profunda empatía por los perdedores, creo que algunos lo son porque les mola serlo. Sentirse desgraciado por buscada mala suerte. Hoy es este Arsenio Cruz, mañana puede ser cualquiera.

Y ojo! Que no es lo mismo perdedor que vencido.

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